LA ENFERMEDAD:
UNA OPORTUNIDAD DE TRANSFORMACIÓN
La enfermedad: una oportunidad
de transformación
¿A dónde consideras que se van todas las rabias contenidas, las palabras
no pronunciadas, el perdón no ofrecido, la rigidez mental, el miedo no
afrontado, el duelo no elaborado, la culpa no desechada, los ciclos no
cerrados, los pensamientos de venganza, la falta de aceptación, el egoísmo, la
envidia, el desamor, la terquedad, los juicios, la desesperanza, la
frustración, la incapacidad de liberar, el exceso de trabajo, la tristeza, el
cansancio, las preocupaciones y tantas otras emociones no expresadas y sensaciones
no atendidas?
Louise Hay, famosa escritora
americana, y otros muchos estudiosos del tema, afirman que la mayoría de las
enfermedades tienen su origen en las emociones y en los patrones de pensamiento
errados.
Algunas dolencias necesitan
un muy corto periodo de tiempo para surgir, otras se incuban, por así decirlo,
durante meses y hasta años de pensamientos y creencias arraigadas.
Por ejemplo: el órgano que recibe toda la
rabia es el hígado; el estómago, la incapacidad de digerir nuevas ideas; el
colón, el no liberar y soltar lo que ya no sirve; la piel, el desequilibrio
entre el interior y el exterior; los dientes, la indecisión.
Las articulaciones se
asocian con la rigidez, el cuello con la flexibilidad, la sangre con la alegría
que invade el cuerpo; el páncreas, con la dulzura de la vida, el corazón con el
amor y la garganta con la expresión. Esta es solo una minúscula muestra.
Está visto entonces que las
emociones y la salud física están directamente relacionadas.
El cuerpo es sabio y nos
habla.
Así que escucha sus señales
cuando trate de decirte algo. Generalmente empieza haciéndote un llamado de
atención, enviándote avisos con pequeños o leves síntomas y si no entiendes el
mensaje, literalmente te grita y es cuando te tira a la cama o se desata la
enfermedad.
Pero, no intentes curar el
cuerpo sin haber antes curado el alma, decía Hipócrates. Identifica, interpreta
y verbaliza tus emociones.
El Arcángel Uriel, es el
“ángel psicólogo”, el experto en esta área. Invócalo y pídele que te ayude a
liberar todas las toxinas e impedimentos emocionales que te bloquean y
enferman.
Aclaro además, que el
trabajo con los ángeles no excluye el acompañamiento médico.
No le apuntes solo al alivio
temporal del síntoma. Genera el equilibrio desde adentro, trabajando,
movilizando y liberando desde la aceptación, el amor y el perdón, las emociones
e ideas fijas que han ocasionado tus malestares.
Con tu auto-análisis no solo
sanarás los signos que se habían manifestado como dolores si no que alcanzarás
la sanación permanente y duradera de tu cuerpo físico y emocional.
No poseo el bagaje médico,
sin embargo, mi deseo de corazón es trasmitir lo que he aprendido en mis
estudios en angelología y anatomía energética entre otros, lo que me han
enseñado los pacientes y sobretodo la experiencia personal de haber sufrido la
enfermedad en carne propia, cuando caí en un cuadro clínico que ningún doctor
pudo diagnosticar.
En mi caso, la enfermedad
fue uno de los mecanismos que elegí para “despertar”, y salí adelante gracias a
que de la mano de los ángeles comencé a trabajar conmigo misma mis miedos,
creencias, fortalezas, vulnerabilidades y patrones de pensamiento (sobre todo
la carencia) entre otras cosas.
Cuando estamos “enfermos”
hay una desarmonía en nuestro interior por lo que debemos agradecer la oportunidad
que se nos brinda de mirar hacia adentro y hacer las paces con uno mismo.
“Tu cuerpo refleja tu alma y
la paz de tu alma será tu salud”, expresa la doctora canadiense Ghislaine
Lactot.
Somos un todo; cuerpo, alma
y espíritu y estamos eternamente unidos a Dios; no existe separación alguna. La
enfermedad es una ilusión (sé lo complicado que es aceptar este hecho cuando la
estamos padeciendo o cuando algún ser querido está afectado).
Detrás de cualquier falsa
apariencia o dolencia física que puedas estar viviendo actualmente, recuerda
que como hijo y creación de Dios, eres absolutamente majestuoso. Entre más
comprendas esta hermosa verdad, más rápido empezarás a encontrar pruebas de
este hecho para entender que tienes el poder para auto-sanar todas las áreas de
tu vida y realizar los milagros que esperas.
Nuestro cuerpo reacciona
positivamente al amor. Así que ora decretando que tu cuerpo físico YA está totalmente sano. Hónralo
y bendícelo porque es el vehículo que tu alma está usando.
Continuamente envíate
energía sanadora de amor. Aprende a identificar lo que le te hace bien y
también lo que hay que evitar. Date permiso de alejarte de entornos (ambientes
físicos), emociones, relaciones (personas), alimentos y bebidas entre otros que
no te convengan.
Al respecto, pídeles apoyo y
ánimo a tus ángeles para que sean como tus entrenadores personales.
Confía en su guía y en tu
propia intuición.
Recuerda también que aquello
en lo que centramos nuestra atención crece. Mientras más se piense en lo “duro”
y en las “pruebas” que nos ha tocado en la vida, más supuestas “pruebas”
nos mostrarán. Mientras más afirmes que estás sano, más lo estarás.
¿Cómo puede alguien haber
optado por la enfermedad?, me decía una amiga. Honestamente, no tiene sentido
culparnos por las lecciones que elegimos en nuestro camino. La culpa debilita y
agota; la posición de víctima es aún peor. La responsabilidad es la clave. A
pesar de lo que haya pasado antes, siempre podemos cambiar nuestras creencias y
actitudes con miras a mejorar nuestra condición.
Revisa tus pensamientos, tu
lenguaje: tú no eres tu enfermedad. Fluye con lo que está sucediendo en tu vida
actualmente, sin oposición ni resistencia de ninguna índole.
Cada uno asume su propia
sanación: la auto-observación, el amor y la intención genuina son fundamentales
en los procesos de recuperación de la salud.
Un consejo adicional: no
juzgues el resultado.
Trabaja de la mano con
nuestro Señor Jesús y el Arcángel Rafael – el ángel sanador por excelencia,
para incrementar tu confianza y fe.
Pídeles que te ayuden a
recordar el ser maravilloso y vital que eres aun cuando las apariencias
contradigan esta premisa espiritual.
Mantén firme tu actitud
positiva, entregando continuamente tus preocupaciones a Dios y a sus amorosos
mensajeros.
Toma conciencia y trae a tu
memoria tu origen divino y la finalidad de tu existencia como herramientas para
sanarte. Presta especial atención a los símbolos y a los mensajes que los
ángeles te dejan y que aparecen en tu vida para guiarte hacia las raíces de tus
heridas.
Eres la expresión de la
divinidad en forma humana. Dios es parte de ti y eres uno con Dios. ¡Ya estás
sano! Avanza firmemente y seguro de tu condición perfecta decretando que el
espejismo de la enfermedad, cualquiera que sea, no tiene poder sobre ti.
Con los ángeles, despierta
tu capacidad sanadora innata, comprometiéndote a elegir desde el amor las
opciones que respalden y avalen tu salud y felicidad.
Elijo a Dios y deseo su paz
en tu corazón.
Martha Muñoz Losada
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