POR DAVID TOPÍ
En el post sobre equilibrando los centros de control del
cuerpo humano decíamos:
En general, el problema es que nunca hay
energía de más. Recordad que el mundo está hecho para que nunca tengamos
energía suficiente para nosotros mismos, y que la energía que consumimos tenga
una calidad pésima (comida de baja calidad, aire contaminado, impresiones y
entornos energéticos negativos), de forma que el consejo de ahorrar energía es
aún más importante cuando piensas que, por mucho que te esfuerces, en el mundo
occidental, todos sobrevivimos energéticamente, ya que no llegamos a absorber
más que la dosis diaria de combustible que necesitamos para existir otro día
más. Si no ahorras algo de lo que obtienes, no se puede dar el paso a vivir y
desarrollarse.
Para ahorrar energía y usar
correctamente la que tenemos, hemos de conocer cómo se distribuye la misma, ya
que el sistema energético de nuestro vehículo físico es complejo, y permite que
seamos capaces de obrar grandes proezas cuando la vitalidad del mismo es usada
correctamente. Tenemos todos varios circuitos interdependientes, los cuales, y
a grosso modo, podemos clasificar de la siguiente forma:
– El circuito de conexión entre los
chakras principales (a veces llamado el circuito kundalini):son los canales sushumna, ida y píngala
de la medicina ayurvédica y otras filosofías no occidentales.
– Los centros de almacenaje energético: llamados hornos, calderos o
tantiens.
– Los chakras primarios: 7 en el cuerpo físico y dos por
encima del mismo (diferentes nombres según diferentes autores, pero el 8º
correspondiente al centro intelectual superior y el 9º correspondiente al
centro de consciencia universal, en el centro de la esfera de consciencia).
– Los puntos de intercambio energético o circuitos terciarios, que actúan
de “intercambiadores” y receptores a lo largo del sistema de canales y del
cuerpo etérico.
Cada uno de estos circuitos tiene
diferentes funciones, tanto a nivel físico, bioenergético como etérico, y,
mientras que cada uno puede ser visto como un sistema completamente
independiente, todos están interconectados y trabajan en conjunto soportando
los requerimientos y funciones mutuas, ya que son partes integrales de las
estructuras subyacentes de soporte energético del cuerpo físico, descritas
normalmente como componentes del cuerpo vital o etérico que poseemos.
Desarrollo de las funciones superiores
del ser humano
Los chakras primarios y sus funciones
superiores no pueden ser manifestadas o usadas plenamente (al menos en la mayoría
de personas), hasta que las estructuras de soporte de la energía necesaria para
ello hayan sido desarrolladas para permitirlo. En muchos casos, si se hacen
intentos por desarrollar y usar estos vórtices primarios antes de preparar
apropiadamente los canales que los alimentan, la apertura y uso completo lleva
una gran cantidad de tiempo, pues, primero, y por lógica, el sistema energético
del cuerpo va a “montar” y poner en marcha los “cimientos” energéticos, para
que estos puedan responder a las nuevas demandas a las que están siendo
sometidos, antes que “activar” esas funciones y potenciales latentes que deben
ser alimentados. Este desarrollo, normalmente, empieza por la actualización y
desarrollo del circuito energético secundario, chakras menores, que, en
respuesta a la demanda energética de los chakras primarios, cuando queremos que
estos vayan más allá de sus funciones “rutinarias”, son los que se ponen en
marcha para redirigir y hacer circular los pedidos “extra” de energía
solicitada.
Así, nuevas rutas de energía se forman,
y las viejas, o las que se encuentran bloqueadas, se redefinen y limpian a
medida que uno inicia el trabajo con toda la estructura de soporte energético
que tenemos. Esto sucede simplemente como una consecuencia de la necesidad que
los chakras primarios imponen sobre el conjunto del sistema distribuidor de
energía para los cambios requeridos, y, en general, hasta que estas estructuras
de apoyo no se desarrollan al punto en que puedan satisfacer la demanda, la
energía no podrá ser redirigida desde las áreas de almacenaje del cuerpo
energético, los tantiens, al resto del sistema. Funciona como si de una presa
de agua con diferentes compuertas se tratara, siendo el retén y balsas de
energía principal los tantiens mencionados, de ahí pasando a los circuitos
terciarios y secundarios, desarrollando los centros secundarios y los canales
de transmisión energética de los chakras, y luego pudiendo abrir estos a su
máximo potencial y manifestar las funciones superiores de los vórtices principales.
Cuando no funciona bien
Cuando este flujo energético no funciona
en este orden, y se intenta forzar la apertura o uso de ciertas funcionalidades
en el ser humano (por ejemplo, desarrollo de habilidades psíquicas o
extrasensoriales a partir del trabajo forzado con los chakras 6, 7, y 8, y las
glándulas correspondientes, como habíamos mencionado por ejemplo en el artículo
sobre la visión remota), sin que los flujos de energía que soportan este
desarrollo esté presente, es normal que uno empiece a notar fatigas,
debilitamiento, dolores de cabeza, problemas digestivos, depresión, calambres,
molestias, dolores y una variedad de desórdenes emocionales que pueden
convertirse en problemas temporales, con un abanico de combinaciones y grados
de severidad, según el esfuerzo realizado por los chakras y sus órganos
asociados para abrirse o ir más allá de sus “límites”, sin que haya un flujo
extra de energía que soporte esta apertura, ya que, para poder hacer esto, se
absorbe la energía de otras partes del cuerpo que no están preparadas para
sufrir tal “desnutrición”. Al quedarse ciertas zonas sin un suministro mínimo,
por que ha sido redirigido hacia el trabajo con los chakras primarios de forma
forzada, el cuerpo físico se resiente allá donde el flujo de qi, prana, etc, no
puede reponerse con la suficiente rapidez del vaciado de los canales y centros
de intercambio energético.
Por eso, para evitar estos problemas
potenciales, y antes de que cualquier chakra primario sea activado a sus
potenciales más altos, todas nuestras estructuras de soporte energético deben
ser desarrolladas, educadas y acondicionadas para soportar un mayor flujo de
energía, proveniente de los acumuladores principales, de ahí que, el primer
paso en el desarrollo de cualquier potencial latente en el ser humano, o de
cualquier función más allá de lo “básico” para el funcionamiento correcto del
organismo, pasa por estimular y limpiar individualmente los centros secundarios
o chakras menores, los puertos de intercambio y las conexiones de las rutas de
energía en el sistema de canales. En el segundo nivel de los cursos de terapia
de sanación akashica, por ejemplo, hacemos un ejercicio que nos permite
“percibir” la energía que llega por los diferentes canales entrando por los
pies y buscar bloqueos que impiden que sea dirigida y distruibida correctamente
hacia los canales principales y hacia los chakras. A veces uno se asombra al
descubrir cuanto de bloqueados están estos, y que poca energía entra ya
siquiera al primer chakras a través de la conexión con la energía de nuestro
planeta.
Mientras que este proceso de preparación
del sistema de distribución de fuerza vital puede parecer laborioso, brinda
grandes recompensas en el desarrollo a largo plazo, ya que, una vez que este
empiece, y se vaya consolidando, la energía empezará a fluir más
libremente y más fuertemente a través del cuerpo etérico, lo que, por sí solo,
promueve un desarrollo más rápido y más saludable en cada aspecto del cuerpo
energético y sus funciones, mientras, que, a su vez, fortifica el sistema
inmunológico y otros procesos auto curativos que nos permiten mantener una
mejor salud física.
El flujo de energía
Como decíamos en la introducción, una
persona “promedia”, normalmente, absorbe solo una pequeña porción de la energía
que necesita cada día. Funcionamos así por diseño del tipo de vida que tenemos
y por las estructuras del sistema bajo las que vivimos. Hemos hablado largo y
tendido sobre ello en muchos artículos anteriores. La energía que necesitamos
es absorbida durante el sueño, mediante la ingestión de bebidas y alimentos, a
través de la respiración, de la luz del sol, de las cargas energéticas del
entorno, etc. Si, por ejemplo, la cantidad promedio de energía “en bruto” que
cualquiera de nosotros absorbe fuera de 100 unidades por día (una medida
arbitraria, solo a modo de ejemplo), lo cual puede ser suficiente para nuestras
funciones diarias rutinarias, es completamente insuficiente si
queremos realizar ejercicios de desarrollo bioenergético, de potenciación
de facultades trabajando los chakras superiores, etc., ya que, obviamente, el
uso de energía aumentará, llegando a necesitar y usar 200 o más unidades de
energía (por ejemplo) por día, como mínimo. El problema entonces es, ¿de dónde
sale el resto de fuerza vital que necesitamos y que no hemos obtenido con lo
que hemos comido, respirado o asimilado energéticamente ese día? Básicamente,
este déficit de 100 unidades se tiene que suplir a través de las áreas de
almacenaje de energía del cuerpo energético, que veremos con más detalle en el
próximo artículo, pues cualquier excedente se va acumulando ahí, además de la
energía “base” que todos traemos con nosotros al nacer, y de la que vamos
“sacando” pequeños depósitos que, a veces, nunca “reintegramos”, produciendo
entonces los síntomas físicos de agotamiento energético, como mencionábamos
previamente, si las áreas de almacenaje se agotan o se reducen en exceso.
En el siguiente post nos adentraremos en
el tema de los puntos de intercambio energético y de las funciones de los
tantiens o acumuladores, y veremos cómo hacer para mantenerlos llenos, y que
“rebosen” hacia el resto de partes del circuito energético y nos permita,
entonces sí, realizar cualquier tipo de ejercicio “psíquico” superior sin
peligro, y sin contraindicaciones.
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Habíamos explicado en el post anterior
porqué es necesario el desarrollo del sistema de soporte energético para que se
pueda llevar a cabo con mayor efectividad y seguridad todo intento de
desarrollo de las funciones psíquicas y extrasensoriales superiores del ser
humano. Estas estructuras de apoyo, son como las tuberías y llaves de paso de
cualquier sistema de distribución de agua, en este caso de energía vital, en el
cuerpo etérico. Sin su desarrollo correcto, no se puede aspirar a mucho más en
términos de desarrollo energético, pues son el sustento y los cimientos del
mismo.
Los chakras secundarios
Si los potenciales latentes del ser
humano se manifiestan cuando los chakras primarios y sus glándulas
correspondientes se desarrollan y activan completamente, los chakras menores
que poseemos son el piso justo inferior en el que se apoya esta activación,
ya que comparten muchas similitudes con los centros primarios (chakras
mayores), pero son más pequeños, más simples y poseen solo algunas funciones
más especializadas. El propósito principal de estos vórtices secundarios es el
de refinar, transformar y acondicionar las energías recibidas a través del
sistema terciario (puertos de intercambio de energía en el sistema de canales,
nadis, meridianos) en un tipo de energía con cualidades específicas, según sean
los requerimientos de cada chakra primario, órganos dependientes y funciones
determinadas a donde vaya destinada esa energía.
La estructura de un chakra, del tamaño
que sea, en general, puede representarse como teniendo varios polos alrededor
del núcleo central. Cada polo es un pequeño vórtice estructural de energía que
se abre dentro y sobre la superficie de la piel y directamente sobre la
contrapartida etérica de una articulación, un órgano o una glándula del cuerpo
físico, que es donde luego nosotros asociamos la posición del chakra (p.ej. “el
chakra del timo”) en nuestros diagramas de anatomía energética del cuerpo
humano.
Los puntos de intercambio energético
Otro componente importante son los
puertos de intercambio de energía (que solemos definirlos como un sistema
terciario, en funciones e importancia), que son descritos como minúsculos
centros de energía en forma de pequeños poros, con funciones muy simples, muy
similares a los millones de pequeños poros y pelos que cubren la piel física
del cuerpo. Su función básica es la de absorber y descargar energía y, en un
nivel más alto, detectarlas, como pequeños receptores y antenas. El nivel de
sensibilidad energética que tenemos todos nosotros depende en gran medida de
estos pequeños receptores, pues toda la superficie de la piel está cubierta con
ellos, aunque existen algunas áreas en que se encuentran marcadamente
concentrados y que son:
1.- Las plantas de los pies.
2.- Las palmas de las manos.
3.- Los pasajes nasales y pulmones.
4.- Los labios, boca y lengua.
5.- Los genitales.
Las manos y los pies, son de los
conductos de energía más extensos del cuerpo y, por lo tanto, contienen mayores
concentraciones de puertos de intercambio de energía. Estas son, en
consecuencia, las áreas más importantes a estimular, desarrollar y lograr
sensibilidad consciente durante los primeros ejercicios de desarrollo
energético, no en vano muchas terapias se hacen usando los palmochakras, o
muchos ejercicios de recarga energética se hacen a través de los chakras de las
plantas de los pies.
Los centros de almacenaje energéticos
Finalmente, el ser humano tiene tres
centros principales de almacenaje energético, en estos, diferentes cualidades
de energías son acumuladas y almacenadas. Son centros totalmente diferentes a
los vórtices primarios o chakras mayores, pero, evidentemente, como todo en el
cuerpo, están interrelacionados con ellos. Estos tres acumuladores son
conocidos generalmente como tantiens:
1.- El tantien, caldero u “horno”
inferior, a medio camino entre el ombligo y la línea púbica, y unos 5 cm hacia
el interior del cuerpo. Almacena la energía vital física en bruto. Sede de la
energía “Jing” de la medicina tradicional china y de las enseñanzas taoistas.
2.- Tantien medio, en el centro del
pecho, en la base del esternón, y 5 cm hacia adentro. Almacena la energía
emocional (en bruto). Sede de la energía “qi”.
3.- Tantien superior, entre las cejas, a
la altura de la parte superior de las fosas oculares y 5 cm hacia el interior
de la cabeza, su función es almacenar energía mental y psíquica en bruto y es
la sede de la energía “sheng” de las filosofías y enseñanzas orientales. El
conjunto de los diferentes tipos de energía (o diferentes gradientes de la misma)
jing, qi y sheng, es lo que la medicina china conoce como “los tres tesoros”.
De estos tres, el más importante y
seguro para llenar activamente es el centro de almacenaje del Hara, el tantien
inferior. Puesto que los tres centros están interconectados, cuando el tantien
inferior es llenado, automáticamente irriga y trasvasa al tantien medio, y
cuando este se llena, automáticamente se versa sobre el tantien superior. El
proceso es mucho más complejo, aquí trato solo de hacer la analogía de una
presa donde una compuerta cuando rebosa pasa el agua a la siguiente y cuando
rebosa esta llega a la siguiente. En todo caso, en las filosofías orientales
tenéis mucha explicación detallada del proceso energético que sucede en los
tantiens y de la transformación de jing en qi y de qi en sheng, así como de los
desplazamientos que sufren estos tantiens a lo largo de su desarrollo y
crecimiento. Para nuestra explicación, solo necesitamos entender que cuando se
envía energía directamente al tantien inferior, los otros dos centros serán
automáticamente irrigados a medida que la energía “rebosa” de uno a otro.
Desestabilizando los tantiens
Al igual que forzar la apertura de
chakras primarios sin que estos reciban la energía necesaria para ello provoca
ciertos efectos físicos contraproducentes, como explicaba en el artículo
anterior, algo parecido sucede con los tantiens si llenamos o intentamos llenar
los superiores sin haber completado la “carga” del inferior. Esto puede
provocar efectos adversos, llegando a desestabilizar el cuerpo etérico y hacer
descender los niveles de energía en general. Todo el cuerpo energético y las
estructuras que tenemos tienen sus funciones, y unas dependen de otras, sin que
sea recomendable saltarse ningún “paso” en el flujo de distribución de vitalidad.
Por otro lado, el hecho de llenar todos los centros de almacenaje es trabajo de
toda la vida, no lo haces una vez y te olvidas, sino que es un proceso que debe
mantenerse en el tiempo, procurando que siempre el tantien inferior esté a su
máximo posible, algo que, inicialmente, puede llevarnos ciertamente algún
tiempo de trabajo energético constante para que los niveles en los tres
tantiens se eleven significativamente.
Llenando el tantien inferior
El proceso de acumulación energética no
tiene demasiado misterio, por no decir ninguno. Si haces algún tipo de práctica
tipo tai chi, qi gong (chi kung), quizás algún tipo de yoga (pero lo
desconozco) o parecidas, seguro que habrás visto ejercicios para ello. Los más
sencillos, en todo caso, pasan simplemente por la visualización, e intención,
de conectar con el planeta, enraizándonos al núcleo del mismo, u conectando con
cualquier otra fuente de energía de la que queramos recargarnos (los árboles en
un bosque, el agua del mar, un río, el sol, etc) y de ahí redirigir
conscientemente la energía hacia tu tantien inferior y llenarlo, como quien
llena la rueda de un coche con una manguera de aire. Con el tiempo, y de forma
natural y no forzada, todo excedente energético es redirigido automáticamente
allá donde sea necesario, terminando por ser usado para expandir, activar y
despertar el resto del potencial que tenemos dormido, por la expansión y
cristalización de los cuerpos sutiles superiores, y por un crecimiento personal
a todos los niveles más allá de la simple subsistencia diaria, objetivo final
de estos ejercicios. Por eso, como decía al final del artículo sobre la visión
remota:
Hoy en día hay muchas personas que
poseen un mínimo grado de esta habilidad, que pasa por el trabajo con los
centros superiores, chakras, técnicas de expansión y proyección de la
consciencia y unos cuantos protocolos para la captación correcta de la
información y la decodificación de la misma. Es algo “normal” en muchos niveles
de trabajo de los estratos superiores del sistema de control, pero es algo que
intuyo que mucha gente va a empezar a despertar en algún momento u otro, pues
forma parte de la caja de herramientas que el ser humano trae consigo latente
en el complejo multidimensional que somos.
Pues por aquí se empieza, por acumular
energía, en la mayoría de los casos, de forma natural, para despertar esta y
otras funcionalidades latentes en todos nosotros.
POR DAVID TOPÍ http://davidtopi.com/canales-y-centros-acumuladores-de-energa-en-el-cuerpo-humano-i/
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