MARÍA
No hay nada más que hacer; no hay ni trabajo ni esfuerzo, solo la comodidad y la seguridad que viene a borrar todos los condicionamientos ilusorios de la materia, de este mundo, para que la verdadera Vida encuentre su lugar auténtico por la Ascensión de la Tierra y por vuestra liberación.
Yo Soy María, Reina de los cielos y de la
Tierra. Niños bien amados, en este día de Pentecostés, permitidme recubrir a
cada uno de vosotros con mi Manto Azul de la Gracia e instalarme en vuestro
Canal Marial.
Intervengo en este día como el segundo
componente de la nueva tri-Unidad.
Después de haberos acompañado durante el
mes de mayo pasado, vengo hoy para confirmar lo que os enunció mi Hijo.
Vengo como Madre a recogeros en mis
brazos, los de una madre cariñosa que quiere sólo lo mejor para cada uno de sus
hijos – y lo mejor no puede estar más que en el Amor y la Verdad.
Para muchos de vosotros las Teofanías os
acercaron a esta Verdad esencial, a este Amor infinito que sois.
Así como mi Hijo os lo dijo, su brazo no
puede ser retenido más tiempo.
Que los signos del cielo se celebren en
este mes o no, no cambiará nada, porque ahora, la hora realmente ha
llegado, de poner fin a todas las mascaradas, a todas las falsedades, a todos
los sufrimientos, a todos los vagabundeos.
Acojo a cada uno de vosotros en mi
corazón.
En este instante en que vosotros me oís o
me oiréis, vengo para comulgar con vosotros a través de mi corazón de Madre.
Os vengo a recubrir con el don de la Gracia, con el don de la Verdad, con
el don de la verdadera Vida. Os invito yo también a depositar todas vuestras
cargas y todas vuestras incertidumbres a mis pies. Os invito a ser consolados
de cualquier pena que os aflija, de cualquiera que sea el sufrimiento que
podáis vivir. Vengo a poner el bálsamo del Amor, el bálsamo de la Alegría y el
bálsamo de la Eternidad.
Mis palabras en este día, no serán
numerosas porque lo que es importante es el número de vosotros, lo que es
importante es lo que se vive en el silencio de vuestro corazón, en vuestra
intimidad, que no sufre ninguna relación y ningún soporte en el seno de este
mundo. Vengo a confirmaros vuestra libertad.
Vengo para consolar a aquellos de
vosotros que están todavía apegados a las ilusiones de este mundo.
… Silencio…
Vengo a sosteneros en el descubrimiento
de vuestra eternidad, en el descubrimiento y la vivencia cada vez más intensa
de este Amor incondicional que no es de este mundo y que sin embargo debéis
manifestar en este mundo.
En el momento de mi última intervención
solemne, tal vez estremecí a un cierto número de entre vosotros, y este
estremecimiento fue necesario y saludable.
Me dirijo a vosotros hoy como Madre.
Incluso si existen analogías para cualquier madre sobre esta tierra, esto se
para aquí porque todos vosotros sois portadores de mi Vida eterna, porque hay
en cada uno de vosotros la misma Vida eterna y la misma Verdad.
Esta Verdad que no conoce ni historia, ni
sufrimiento, ni persona, sino que es la Vida.
En el seno de la Teofanía del Espíritu y de
la Teofanía perpetua, os ofrezco el don de la Gracia eterna que acompaña
vuestra resurrección en los dominios de la Eternidad, en las moradas de la
felicidad.
… Silencio…
Vengo para invitaros a alimentaros de
Luz, a beber de la fuente de la Verdad.
… Silencio…
Vengo para invitaros a lo
que no puede ser conocido en el seno de este mundo, y que sin embargo
vive en vuestro corazón.
… Silencio…
Vengo para invitaros en este período de
Pentecostés, a ser verdaderos, sin evasivas y sin falsas apariencias, con el
fin de que todo lo que todavía puede resistir en vosotros a lo inefable, pueda
ser consumido por la alegre fogata del Amor.
No voy a pediros nada hoy, vengo a
ofreceros simplemente mi don de Madre, mi don de Gracia.
… Silencio…
Porque es en el seno de esta Gracia que
podéis amar a cada uno, cualquiera que sea su camino, cualquiera que sea
su posición en el seno de este mundo.
Os vengo a invitar al Amor, no sólo
incondicional pero que tampoco depende de ninguna circunstancia, de ninguna
forma, y sobre todo que no depende de ninguna persona.
Vengo a invitaros a vivir, a estar en la
abundancia, en la plenitud.
Mis hermanas Estrellas y yo misma, os
invitamos a convidarnos a celebrar con nosotras, tan pronto como podáis
hacerlo, la Resurrección y la Liberación.
Por mi Manto Azul de la Gracia y por mi
presencia en vuestro Canal Marial, por el don de la Teofanía, os invito en
cierto modo a la comunión perpetua con vuestra eternidad.
Esto no acepta ningún retraso, ni excusa.
Hay urgencia, más allá de todo tiempo y
de todo calendario, en ser la Verdad. Hay urgencia en ser verdaderos, hay
urgencia en no llevar más tiempo ninguna máscara, hay urgencia en no estar más
tiempo en una función de teatro.
Hay urgencia para la humildad, hay
urgencia para el Amor.
Todo el resto os aparecerá cada vez más
como una fatuidad vana, no sólo ilusoria sino degradante para vuestra condición
eterna.
Os invito a estar Aquí y Ahora, os invito
a ver claro, y os invito, como mi Hijo, a la Paz eterna.
… Silencio…
Os invito a acogeros en vuestro templo
interior, a reconoceros, a lavar vuestras ropas.
Os invito, finalmente, a este Femenino
sagrado.
… Silencio…
Os invito a ser este corazón libre, este
corazón encendido, este corazón en Amor.
… Silencio…
Os invito a dejar emanar en el seno de la
Ilusión la realidad de vuestro esplendor, la realidad de vuestro Amor.
… Silencio…
Mi Manto Azul de la Gracia os es
otorgado, en este mes de junio. Es vuestro salvoconducto, es vuestra muralla
contra la Ilusión de este mundo, es sobre todo vuestra plenitud.
… Silencio…
En cada palabra y en cada silencio que
pronuncio, se vive esta comunión en espíritu, esta Teofanía, estos signos
indudables de que la Luz está ahí. Cualesquiera que sean las apariencias que
representa vuestro mundo, cualesquiera que sean las escenas de teatro que
proclaman la victoria del efímero, no os dejéis engañar, no os dejéis embaucar
por ninguna sirena de este mundo. Dejaos llevar por la alegría eterna del Amor.
No miréis detrás de vosotros, no miréis por delante de vosotros, no os asustéis
por ningún ruido de este mundo, porque ningún ruido de este mundo puede alcanzar
vuestro corazón.
… Silencio…
Os invito a celebrar estas Teofanías,
aunque sean para vosotros espontáneas, y seguirlas a cada instante. Se trata de
una comunión perpetua con la Verdad. Bendecíos los unos a los otros, amaos
los unos a los otros y amad especialmente a aquellos que aún están perdidos y seducidos
por las sirenas de este mundo.
…Silencio…
En el silencio es cuando se revela lo que
es la Gracia, en el momento que os libera. Ha llegado la hora de resucitar en
el Espíritu. No esperéis mi llamada colectiva para eso. Esto forma parte de las
gracias, como la Teofanía, decididas por la Inteligencia de la misma Luz y que
nosotros, pertenecientes a la Confederación Intergaláctica de los Mundos
Libres, apoyamos y acompañamos.
…Silencio…
Atreveos. Atreveos a romper el
círculo vicioso del sufrimiento y de las ilusiones. Atreveos a ser, sin freno
ni demora. Atreveos a ser.
…Silencio…
Dejad de tener y de creer. Detened
vuestros conceptos para dejar establecerse el corazón libre.
…Silencio…
Os invito también al milagro de la
Resurrección, al milagro de la verdadera Vida dentro de esta falsa vida y este
mundo que ha sido alterado, volverá a su virginidad primera.
Vengo también a rogaros que prestéis
atención a vuestra Madre, no porque sea indispensable, sino porque concurre
indiscutiblemente a forjar vuestra alegría y vuestra libertad en las Moradas de
Eternidad.
Mis amados hijos, las advertencias y los
elementos que os he dado durante mi última intervención, encuentran hoy toda su
justificación por la urgencia de la Verdad, por la urgencia del Amor.
La más bella de vuestras acciones, en
este tiempo de la Resurrección, es dejar emanar vuestra Presencia, en silencio,
sin ninguna reacción a este mundo y sus sufrimientos. Afirmad vuestra libertad,
afirmad vuestra Presencia, afirmad vuestra eternidad siendo lo que sois. No hay nada
más que hacer; no hay ni trabajo ni esfuerzo, solo la comodidad y la seguridad
que viene a borrar todos los condicionamientos ilusorios de la materia, de este
mundo, para que la verdadera Vida encuentre su lugar auténtico por la Ascensión
de la Tierra y por vuestra liberación.
…Silencio…
No vengo a pediros nada para mí o para la
Luz o para la Confederación; vengo justamente a solicitar vuestro Amor y
vuestra Presencia porque es así como seréis justos y verdaderos, porque es así
como se forjará vuestro pilar de Luz y se desplegará vuestra eternidad.
…Silencio…
Sea cual sea la gravedad ilusoria que
tiene que vivir este mundo, mirad cómo os llega cada vez con más frecuencia, a
veces por sorpresa, el vivir este corazón y su Paz, contrastando de manera
evidente con vuestra vida de antes, con vuestra historia dentro de este mundo.
¿No es ese el único bálsamo verdadero?, ¿no es ese el único Amor digno y
verdadero? Todo lo demás es pasajero, nace y se muere. Vosotros no estáis
afectados por eso. Mi Hijo os lo ha repetido: “dejad a los muertos enterrar a
los muertos y sed verdaderos”. Eso no quiere decir que os apartéis de vuestros
hermanos y hermanas que sufren o están en oposición o en ignorancia de lo que
son, pues podéis ayudarlos siendo vosotros mismos, teniéndolos en vuestro
corazón en el silencio y no por las palabras, porque las palabras
tranquilizadoras de lo efímero, no bastarán -ya no son suficientes.
Vuestra presencia amante, vuestras
Teofanías, ya sean espontáneas, ya sean todavía poco frecuentes, son
oportunidades privilegiadas para daros cuenta que incluso lo que podéis llamar
en lo efímero, “vuestro peor enemigo”, es de hecho una faceta de lo que sois.
No se trata de un concepto, no se trata de una creencia, sino de la Verdad que
os corresponde experimentar y vivir.
…Silencio…
Tanto si estáis despiertos y liberados,
como si estáis dormidos y apartados de mí, eso no cambia nada. Vosotros sois y
nosotros somos, suficientemente numerosos por nuestra Presencia, por nuestra
Radiación, para aligerar los pesos de este mundo, y para reparar, por nuestra
simple presencia amante, el eje de la Luz y la verdad de la Luz, no la de la
cabeza, que no es más que una ilusión, sino la del Corazón.
…Silencio…
Las tribulaciones humanas, os lo he dicho
y mi Hijo lo ha confirmado, están en vosotros. Y es a través de la pérdida de
vuestras referencias habituales -íntimas, familiares o generales de la Tierra-,
como os descubriréis soltando lo que está muerto, lo que muere. Vosotros no
sois nada de lo que muere, vosotros sois la Vida, pero esa Vida no está
amputada de vuestro Espíritu, como es el caso de este mundo. No tenéis nada que
pagar; la Vida es don. Basta con que os entreguéis a la Vida, para poner fin y
saldar vuestras cuentas, porque no debéis nada a la Ilusión, porque debéis todo
a lo que sois.
…Silencio…
Vengo también a invitaros a la
generosidad del corazón que emana e irradia como el Sol, sin distinción de
forma. El Sol abreva cada conciencia de la Tierra, no juzga lo que es digno o
indigno de recibirlo. Da libremente y por igual.
De la misma forma, en la felicidad de
vuestro corazón y en la Teofanía, vosotros os dais a vosotros mismos a partes
iguales, a cada uno de vuestros hermanos y hermanas, sin establecer diferencias
según el valor de cada uno. Porque, en definitiva, a pesar de las apariencias,
cada uno tiene el mismo valor, el del Amor, que no puede medirse, que no puede
calibrarse.
…Silencio…
Como os he dicho la última vez, volveré
-y lo anunciaré-, cuando sea útil para vosotros, bien sea en relación con los
eventos humanos o los eventos celestiales o los eventos de la Tierra para
invitaros, en esos momentos especiales que se produzcan, a permanecer
firmemente en la Alegría y en la felicidad, porque es así como ayudáis mejor,
porque es así como el Amor se convierte en un bálsamo, incluso para el que está
apartado o lo rechaza.
…Silencio…
Hoy, como segundo integrante de la
Tri-Unidad, es exclusivamente mi corazón de Madre, el que os habla.
…Silencio…
Vengo a repetiros y a afirmaros que los
tiempos se han cumplido, que ha llegado la hora de aniquilar el tiempo.
Es esta mi Llamada que acogeréis, lo
espero, un número de seres cada vez mayor en estado de comunión y de felicidad
donde ningún miedo a lo desconocido pueda bloquearos o limitaros.
…Silencio…
Entonces sí; celebrad.
…Silencio…
Cantad, reíd y danzad, por la alegría de
vuestra Resurrección y la Vida eterna.
Vengo a invitaros al silencio interior, a
la oración del Corazón, una oración de acción de gracia y de estado de Gracia
que canta las alabanzas de la Luz y de la Verdad, sin preocuparse por las
circunstancias especiales, porque la Luz es como el Sol, ella abreva a todos y
cada uno, con la misma intensidad.El resultado es diferente de momento,
mientras mi Llamada no ha tenido lugar, pero eso cambiará rápidamente porque el
mayor de los depredadores, solo podrá convertirse en un cordero inocente.
No subestiméis el poder de la Luz en su
redención final. Por eso, no os corresponde juzgar a nada ni a nadie, sino
simplemente ver claro. Es así como encontraréis, vosotros también, vuestro
Femenino Sagrado ahora. No se trata más que de un acto de co-creación consciente,
pero un acto de madre, porque sois a la vez, mis hijos, pero también mis
padres, responsables de cada Luz en la Tierra -que está en vosotros, os
recuerdo.
Sed amantes, aunque os cueste y aunque se
os escape. No penséis nada más que en amar; todo lo demás se borrará, todo lo
demás, desaparecerá. No tratéis de comprender los pormenores y los
condicionamientos; estad en ese Amor sin causa y sin razón, hacia la
naturaleza, hacia las flores, hacia cada hermano, cada hermana, cada
desconocido y hacia cada hermano o hermana que os parece servir lo que es
opuesto a la Luz, pero que, en última instancia, sirven como vosotros a la Luz,
aunque no lo veáis.
…Silencio…
Hijos míos, es la hora de la Verdad, la
hora de lo real. No es la hora de los engaños, de las ilusiones, de los
fantasmas o de los sueños; es la hora de la densidad de la Luz que os conduce a
la Ligereza, donde ninguna carga puede pesar, donde ninguna mentira puede
alterar.
…Silencio…
Mi Presencia en este día, no está
destinada a abrevaros de palabras, ni a poneros en guardia, ni a preveniros,
sino simplemente a que viváis el Amor juntos, en el corazón de cada uno.
Ahora es el momento de alejaros, una gran
parte si os es posible, de todo lo que concierne a este mundo, ya sea del
espectáculo de los que se oponen a la Luz y quieren manteneros en las redes de
la Ilusión, ya sea del espectáculo de las agitaciones, en diferentes naciones.
La Luz os invita y os invitará cada vez más intensamente, a ser vosotros
mismos, a no proyectar nada en este mundo y solamente emanar vuestra Luz, y a
no esperar nada más que ser lo que sois.
Es hora de ser verdaderos. No hay ninguna
puerta de salida hacia la mentira, solo hay una puerta de entrada a la Verdad.
Dondequiera que os volváis, no podréis escapar de la Verdad; dondequiera que
estéis, no podréis escapar a lo que sois en verdad.
Mi corazón de Madre, en este día, en la
hora y en el lugar en que me leáis o me escuchéis, recibiréis la misma
bendición, la misma Luz y el mismo Amor, porque este Amor no está condicionado
ni por el tiempo ni por el espacio, ni por la distancia, ni incluso por el
error.
…Silencio…
Entonces, roguemos juntos, cada uno de
nosotros en la misma Unidad y en la misma Verdad.
…Silencio…
Dejad a vuestro corazón arder de Amor:
dejad que consuma lo que pueda quedar de sufrimientos, de creencias o de
ilusiones.
…Silencio…
Estoy con vosotros ahora y siempre en la
Eternidad.
…Silencio…
Callaré ahora y dejaré la palabra en unos instantes, al Arcángel
Mikaël. Él os anunció que surcaría la tierra y sembraría las aguas; es hora de
sembrar vuestra tierra y vuestras aguas, realizando la fusión de los Éteres,
finalizando la activación de vuestro cuerpo de Êtreté, y la activación del
vehículo interdimensional, que aparece dentro incluso de la Ilusión
concurriendo a poner fin a sus velos ilusorios.
Bendigo a cada uno de vosotros en este
instante.
…Silencio…
Yo soy María, Reina de los Cielos y de la
Tierra.
…Silencio…
Y me uno a mi Hijo, me uno a Cristo, para
aportaros nuestra bendición común dentro de vuestros corazones unidos, el del
Hijo y el de su Madre, porque ahí está la perfección, incluso todavía, dentro
de este mundo, aunque eso sea ilusorio, porque ella es el reflejo de la verdad
de la Luz.
…Silencio…
Id en Paz.
…Silencio…
Vosotros sois la Paz.
Yo soy María, Reina de los Cielos y de la
Tierra, y os avisaré antes de volver a vosotros en otro entorno.
…Silencio…
Estoy con vosotros siempre. Hasta muy
pronto.
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