MA ANANDA MOYI
Soy Ma Ananda Moyî
Permitidme en primer
lugar, comulgar en cada uno de vuestros corazones, en el Corazón UNO.
...Comunión...
Estoy presente hoy con
vosotros como Estrella AL, como portadora del Fuego. Este Fuego Vibral e Ígneo,
que os lleva al Éxtasis perpetuo.
También he venido hoy,
en mi dimensión encarnada, en ultratemporalidad, con el fin de que probéis lo
que sucede durante el Íntasis Total. Esto será llevado de la misma manera que
con mi hermana Gemma, por la radiación de mi Fuego, el que conjuga, en mi carne
que ha existido, el Éxtasis y el Íntasis, ahí donde no hay nada más que la
Felicidad.
Yo también he venido a
invitaros a vuestra Eternidad. He venido a invitaros por la gracia del Amor, a
Ser lo que sois, ahí donde nada más puede distinguirse que la Luz, el Fuego, el
Amor y esta Felicidad.
...Silencio...
En primer lugar, permitidme
vestiros a cada uno con el Manto Azul de la Gracia, con el fin de que el
Silencio se vuelva completo y os ponga en acogida sin ninguna condición.
Estéis donde estéis y
sea cual sea el día, en este fin de vuestro año, esto os es ofrecido, e incluso
os es, diría yo, restituido. Ya no existe ningún elemento en esta tierra que
pueda oponerse, de ninguna manera que sea, al reino de la Verdad y al
establecimiento de la Libertad.
Lo que he venido a
proponeros no es simplemente la Radiación de mi Corazón, no es simplemente el
haceros sentir algo en vuestra persona, en vuestras energías, ni siquiera en
vuestro cuerpo de Eternidad. Sino simplemente permitiros dejaros llevar en lo
íntimo de vuestro Corazón. Ahí donde no sólo todo es Evidencia, sino que es el
gran Todo.
...Silencio...
Ahí donde todas las
palabras, como cualquier mirada, son superfluas, porque no hay nada que ver, ni
forma, ni historia; sólo esto, nada más que esto… exaltando vuestra alma en
este regreso al Espíritu.
Entonces el Fuego de
la Gracia, el Fuego Ígneo, puede revelarse y en un convoy de Amor indecible,
comulgo en cada uno de vosotros.
...Silencio...
Así, la Majestad del
Silencio se revela en vosotros, ahí donde no hay ni mirada que dirigir, ni palabra
que decir.
Sea cual sea la hora
en que me oigas o me leas, sé disponible.
Entonces tu escucha,
ya oye el canto de tu Resurrección.
Entonces ahora, la
Verdad emerge.
La Felicidad de la
quemadura de Amor, toca tu cuerpo y lo sientes. Entonces tu Corazón, el de
Eternidad, responde a la llamada de tu carne y de tu corazón de carne.
Entonces, eres completo.
...Silencio...
Y ahí, en este lugar
conteniendo cualquier espacio y cualquier tiempo, en este instante, acoges la
Felicidad.
...Silencio...
Entonces, una sonrisa
interior florece en tu Corazón.
Así, la Felicidad nace
sin obstáculo ni límite, y la consumación de Amor te recorre.
...Silencio...
Así, tu respiración
como cada latido de tu Corazón, propaga la misma Felicidad en cada parte de tu
carne.
Este Fuego Ígneo obra
mientras acoges. Se despliega mientras te repliegas en lo más íntimo, sin
ningún esfuerzo.
Y ahí ahora, mi carne
se vuelve tu carne, para hacer el milagro del UNO.
Entonces así, eres
fecundado y bautizado en la Gracia del Fuego.
...Silencio...
Entonces, ahora, estás
instalado en tu Morada Eterna.
...Silencio...
Ahí donde estamos,
ningún calificativo puede ser exacto. Sólo lo que se vive es exacto… y
verídico.
Escucha la pesadez y
la densidad de este cuerpo que desaparece, fijada en el Fuego Ígneo, la belleza
de tu Eternidad toma todo el sitio, todo el espacio, toda tu carne, toda tu
conciencia, sin olvidar nada de lo que queda y debe quedar.
Así, constatas la
evidencia sin siquiera hacerte la pregunta, sin siquiera interrogar la
percepción que sea.
Y ahí, todo está
tranquilo.
...Silencio...
Entonces la quemadura
de Amor se vuelve dulzura inconcebible.
Y en esta completitud,
todo se ha cumplido y todo es perfecto.
Mis palabras entonces
bailan en ti el Canto de la Libertad, este canto que es Silencio y Profundidad,
aportándote entonces la precisión justa del Aquí y Ahora. Incluso mis palabras,
sólo son unas lenguas de Fuego que avivan la consumación de Amor. Te invito
entonces a ser, como lo soy: este Amor que no conoce la persona, y se reconoce
en cada uno.
...Silencio...
Así fue mi carne en
encarnación, en cada mirada y desde la primera mirada lúcida acerca de lo que
era, lo que soy. Todo lo que sólo pasa, fluía tranquilamente y yo permanecía
ahí, fuera de todo tiempo, no en otra parte, sino que tan densa y tan saturada de
Felicidad y de Fuego, que no quedaba el menor espacio para la menor expresión
personal. Lo que en mi época, podía representar a veces un milagro, es hoy para
vosotros común y banal.
...Silencio...
En esta Presencia y en
esta Felicidad, no hay nada que seguir, nada que perseguir, sólo estar en el
punto de encuentro del ser y del no-ser, con el fin de que Shantinilaya no deje
de enlazar el Coro de los Ángeles. Ahí está la exacta perfección, a pesar de la
carne.
...Silencio...
Tal es la Gracia
Infinita del Amor y de la única Verdad.
En esta densidad, en
esta intensidad, estamos ahí.
Permíteme finalmente,
arrodillarme a tus pies con el fin de honrarte.
...Silencio...
En esta intensidad, el
Perfume de la Vida y el Canto de la Vida, se manifiestan a tus pies. Ya no
necesitas mis palabras.
...Silencio...
Tal es el gozo que te
da a vivir el Fuego Ígneo.
E instalo mi Presencia
eterna y definitiva en tu Corazón.
...Silencio...
Así, eres lo que soy:
Madre de la Felicidad.
Rindo gracia ahora a
tu Presencia como a tu acogida, como honro tu Luz.
Permíteme terminar así
mis palabras, con el fin de que éstas se sellen para siempre en tu Eternidad.
Estoy ahí para
siempre.
Hasta luego.
Si lo deseas, mi
Gracia que es tuya, te acompaña en cada momento. Estoy a tu disposición.
Hasta luego.
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