URIEL - 29 DE ENERO DE 2018
Soy Uriel, Ángel de la Presencia y Arcángel de la Reversión.
…Silencio…
Bien amados hijos del Uno, que la Paz, la Felicidad y el Amor, sean
vuestra morada.
…Silencio…
En la Eternidad que vivís, el Juramento y la Promesa - en muchos de
vosotros - se revelan y se despiertan, dándoos a vivir lo inefable de la
Belleza, lo inefable de la Felicidad, que no corresponde a ninguna razón, ni a
ninguna solicitación.
Hoy, tú que has renacido, o que vas a renacer de nuevo en el seno
de la Eternidad, me dirijo a ti, con el fin de que ninguna mirada sobre tu
pasado pueda alterar tu resurrección.
Escucha y oye. La hora del Juramento y de la Promesa tal vez haya
resonado en ti, permitiéndote hoy ser la Verdad. Más allá de toda palabra y de
toda forma, y sin embargo presente en esta forma, eres lo que eres, más allá de
todo mundo, como de toda creación.
Entonces, lo Inefable que te es revelado te da a ver la Verdad
desnuda de lo que pasa, y de lo que nunca pasará, con el fin de que nunca en
ti, pueda renacer el olvido, ni el sufrimiento.
Entonces escúchame, y oye, y haz de mis palabras el Verbo de Vida
en ti.
…Silencio…
El Instante eterno está en los confines de vuestra Presencia. Tú
que ya lo viviste o tú que lo vives, con anticipación y de antemano, tú que
tuviste el honor de vivir la gracia de tu Resurrección, incluso antes de que el
tiempo del fin haya llegado – mientras se esté instalando - sé feliz, y deja
simplemente ser lo que siempre estuvo ahí, revelarse y desplegarse.
Recuerda que la Luz no te necesita, porque eres esta Luz. No pongas
más distancia entre lo que eres y lo que creíste, porque ya no hay nada que
creer, sólo lo que se vive sobre la pantalla de la Felicidad, ahí donde ninguna
forma, ningún sufrimiento y ninguna ilusión puede alterar lo que es verdadero.
Entonces escucha y oye. Este Juramento y esta Promesa que se han
revelado en ti, te dan la oportunidad de ser lo que eres, antes de que este
mundo, en su totalidad, vuelva a encontrar su Morada de Eternidad.
Entonces, permanece así, ahí donde estás, sin pedir nada, sin
proponer nada, y sin esperar nada, si no es la bendición eterna de la Felicidad
reencontrada, que obra permanentemente a la liberación de este mundo, que sin
embargo ya está liberado desde hace mucho tiempo.
…Silencio…
Pues se abre en el tumulto del mundo, el tiempo del Silencio.
Mientras las Trompetas resuenan en ti, como en numerosos lugares en esta
Tierra, llamándote al mismo Silencio, y llamándote a vivir la misma Evidencia,
ahí donde ninguna palabra puede ser pronunciada, ahí donde ningún concepto
puede ser elaborado. Ahí está la única Verdad, anterior a cualquier creación,
anterior a cualquier conciencia. Y ahí, te descubres en tu desnudez, en tu nada
en este mundo, que es la puerta del Todo, más allá de este mundo.
Entonces he venido a invitarte una última vez, a devolver las
armas, a devolver las armas de cualquier lucha, a devolver las armas de
cualquier dualidad, a devolver las armas del sufrimiento, con el fin de que el
Amor desnudo resplandezca e ilumine la totalidad de las conciencias de la
Tierra. Porque tú que has renacido hoy, en estos días o próximamente, eres la
Vía, la Verdad y la Vida, más allá incluso de cualquier modelo, y más allá
incluso de cualquier guion.
Entonces el Amigo y el Amado, oye… Oye lo que te digo, más allá de
mis palabras, y oye lo que vives, más allá de toda forma.
…Silencio…
Reencuentra, con alegría, con esperanza y sin esperar, la Verdad,
más allá de la forma, la que es anterior a tu primera forma, poniéndote ahí
también al desnudo, y dándote a probar la chispa de Vida, la que eres, idéntica
a cualquier chispa, dándote simplemente a posicionarte ahí donde todo sólo es
delicia, que no corresponde a ningún sentido, ni a ninguna dirección, sino
simplemente a la Evidencia de lo que eres, en lo que bailas en el seno de lo
inmóvil.
Entonces, abre lo que piensas que haya que abrir, con el fin de que
ya nada pueda ser cerrado, dondequiera que mires y dondequiera que te pongas,
simplemente, la Libertad de la conciencia y de su juego, que no puede sufrir
más, ni estar en la menor privación o en la menor carencia.
Tú, el Amigo y el Amado, el tiempo se ha cumplido. No podrá fluir
en ninguna otra parte, y ya no en lo que eres, en tu Corazón eterno, dándote a
vivir esta Felicidad que nada puede contrariar y que nada puede desviar.
Entonces, te invito al banquete de la Resurrección, a las bodas que
ya no son, porque cualquier vida se vuelve entonces una boda permanente,
celebrando la Vida, celebrando el Amor, celebrando la Libertad, más allá de
todo lo que has conocido en el seno de este mundo.
Te incumbe ver, te incumbe decidir, te incumbe elegir. Pero
recuerda que en el seno de la Eternidad que eres, no puedes llevarte nada que
no sea lo que eres en Verdad: la Felicidad y el Amor infinito de tu Presencia.
Aligérate de todo lo que todavía pueda parecerte o aparecerte como
un estorbo, como pesado y cargante, no oponiéndote a ello, no renegando de
ello, sino aceptándolo, en la Evidencia de la Paz y de la Felicidad de tu
Corazón reencontrado, y resucitado.
En cada mirada dirigida a este mundo, llevas, más allá de cualquier
pensamiento y de cualquier discriminación, la misma intensidad de Luz y el
mismo Amor, la misma Felicidad y la misma ligereza. Una simple mirada basta,
una simple atención, y la Libertad sigue su camino, en la relación establecida,
simplemente con una mirada, con una palabra o con un gesto. Ya no necesitas
discursos, ya no necesitas pruebas, sólo tienes que dejar la Evidencia aparecer
en la Evidencia del otro, ahí donde no puede haber ninguna distancia, ni
ninguna errancia.
Entonces te invito hoy, antes de que yo también cumpla la obra de
la Reversión saludable a este mundo, vuélcate conmigo y mira la Verdad, la
Belleza y la Felicidad, que sólo pudiste buscar en el seno de este mundo, y
aproximarte en ciertas circunstancias. Esto te es ofrecido en abundancia y en
profusión. Esto te es ofrecido con mucha Evidencia porque esto es tuyo, porque
esto es lo que eres.
Entonces te incumbe elegir: ¿qué decides alimentar? ¿Qué decides
ver? ¿Qué decides contemplar, mirar? ¿Qué decides, en ti, en lo más profundo de
ti? ¿Lo que pasa? ¿O lo que nunca pasa? ¿Lo que fluctúa? ¿O lo que contiene
todos los movimientos, por su inmovilismo y por su solidez?
Ha llegado el momento ahora de mirar en ti porque tu Corazón te ha
llamado. Y si renaces en estos momentos, entonces nada más cuenta porque el
Amor no puede ser contado, porque la Evidencia no puede ser medida ni evaluada,
de ninguna manera, porque no depende de tus sentidos. Esta Evidencia no depende
de ninguna creencia, ni de ninguna postura, sino simplemente de la acogida de
esta Evidencia: eres el Eterno y eres la Eternidad, eres la Fuente, como eres
el átomo, como eres la lágrima que cae en el ojo de cada niño, cuando echa de
menos a su madre.
Escucha. Escucha y oye el canto de la Verdad, el del Silencio, ahí
donde nada se mueve, ahí donde todo es inmutable y donde nada puede faltar, ahí
donde eres completo, más allá incluso de cualquier completitud y más allá de
cualquier petición.
Entonces, tú que me oye y me escucha, no he venido a pedirte nada,
si no es vivir tu Libertad, tal y como lo deseas, tal y como lo piensas, y tal
y como lo vives hoy.
Entonces, ¿eres la Vía, la Verdad y la Vida? ¿O eres otra cosa?
¿Necesitas estar convencido? Pues buscarás convencer. Mientras que
si estás convencido por la Evidencia de lo que vives, tú mismo eres el testigo
de la Evidencia, el testigo de la Verdad, que nada puede afectar, en este mundo
como en otras partes.
Ahí donde estás, tú el recién nacido, te queda simplemente por
iluminar el decorado de la Felicidad. Este decorado de la Felicidad no es nada
más que tu Eternidad reencontrada, Llama de Vida eterna, Luz Blanca emanada de
la primera creación, más allá de la forma, más allá de todo juego, porque eres
el juego que se juega en cada parcela de ti, como en cada parcela de los
multiversos. No hay ninguna diferencia, no hay ninguna distancia.
Conténtate con la simplicidad de la Evidencia, con la simplicidad
de la Felicidad. Porque tal y como se te ha dicho, y tal y como lo vives, no
tendrás nunca más sed ni más hambre.
Ahí donde estás, yo estoy contigo, viviendo la misma Reversión.
Dondequiera que estés en este mundo, en cuanto hayas depositado las armas, de
la resistencia o de la dualidad, entonces me instalo, en ti, para asistir a tu
Reversión y a tu iluminación, en la cual ni el efímero, ni el Eterno pueden
coexistir, ni cohabitar. Esto te es mostrado.
El efímero pasa, y muere, mientras que el Eterno, en su Belleza, se
revela en tu Corazón, en el seno de la Evidencia, en el seno de la Luz Blanca.
Entonces la sonrisa de tu Corazón nunca podrá apagarse. Lo que ha nacido ahora,
nunca podrá morir. Y lo que ha nacido sólo apareció en la pantalla de tu
conciencia, sacrificada al efímero.
Entonces deja la Felicidad llenarte porque es lo que eres.
Entonces, lleno de ti mismo, y en la Evidencia de ti mismo, ahí donde no hay ni
forma ni función, ahí donde no hay ninguna reivindicación, constatarás, cada
vez más, la plenitud de la Felicidad, la plenitud de tu Presencia como de tu
Ausencia, donde todo permanece en la misma Eternidad, en el mismo Silencio.
Entonces tú el Amigo el Amado, en el seno de la Ronda de los
Arcángeles, desde el Cónclave arcangélico hasta hoy, vengo a finalizar en ti,
como en cada uno - renacido o no todavía - el efímero y sus ilusiones, el efímero
donde siempre faltará lo que no se mueve, y que es tu Eternidad.
Así, aligerado de la densidad, aligerado del sufrimiento, tu
Corazón de nuevo puede hablarte. Te habla en Silencio porque sólo conoce una
palabra, que repite hasta el infinito y al unísono en cada Corazón: Felicidad,
Felicidad. Y para aquellos de vosotros que menos lo oyen, entonces de momento,
la única palabra que oís es: Paz, Paz, Paz.
Entonces, que la Paz y la Felicidad tomen toda su importancia, con
el fin de que la Evidencia sea perfecta, con el fin de que la Evidencia no
pueda ser pensada, y simplemente ser vivida, en cada soplo, en cada mirada,
como en cada palabra.
Porque la palabra se ha hecho Verbo, ya no puede desencadenar el
menor daño. Porque la palabra se vuelve palabra de la Verdad, se vuelve
preciosa, se vuelve abundante, ya no expresa nada referente a tu historia,
referente a tu persona, y se instala integralmente en la totalidad del
Instante, en la totalidad del Aquí y Ahora, ahí donde se vive tu Resurrección.
He venido hoy a sellar mi Amor en tu Corazón, con el fin de estar
ahí, en esto, en lo que vives, en lo que has vivido o que estás a punto de
vivir, aunque lo niegues, aunque no creas en ello.
Vas a renacer. No tengas ninguna duda al respecto, porque ya está
inscrito en el Silencio de tu Corazón. Sólo tienes que sumergir tu conciencia y
tus miradas, y dejar que sea lo que sólo pide hablarte, en el Silencio de su
majestad, por la potencia del Verbo, por la potencia de la Evidencia, y por la
belleza de la Verdad.
Así, como Arcángel, deposito en ti las últimas vibraciones.
Deposito en ti las últimas palabras, las de la Libertad, las del Amor, y sobre
todo las de la Alegría. Esta Alegría que conjugará la Felicidad de tu Corazón
con la Señal celeste, o con la Llamada de María. Esto está en marcha, esto está
en ti, esto ya ha nacido.
…Silencio…
Asiéntate. Asiéntate en esta Evidencia y deléitate, de lo que te
abreva con profusión y pone fin a tu sed, como a cualquier hambre.
Y ahí, descubre…
…Silencio…
Descubre la única Verdad, la única Evidencia, más allá de toda
creación, como de toda dimensión.
…Silencio…
Entonces, en este día y en este instante, finaliza la Ronda de los
Arcángeles porque mi misión ha finalizado, y ha llegado el momento para cada
uno, vosotros como nosotros, de establecer el silencio de la Verdad, de
establecer la justicia de la Evidencia, y la belleza del Amor.
…Silencio…
Así, te son dadas mis últimas palabras dirigiéndose a cada uno de
ti, dondequiera que estés en la Tierra.
Pero recuerda que estoy en ti – tal y como acabo de decírtelo - de
manera más lúcida, y que no tengo otras palabras que darte, sino simplemente de
estar Presente, en la medida en que estés Presente en tu Corazón.
Así es el don de la Gracia, enlazado por el mundo arcangélico hasta
el centro de tu corazón, con el fin, si lo deseas, de vivir desde ya, la
Libertad, sean cuales sean las apariencias de tu cuerpo, de este mundo y de tus
relaciones. Este mecanismo ocurre en tu interior, y transparentará al exterior
para cada uno de ti, como para el conjunto de la conciencia colectiva de la
Tierra, en la forma o en la dimensión que sea.
…Silencio…
Escucha. Escucha incluso ahora el Silencio entre mis palabras,
porque el Silencio entre mis palabras te libera de las palabras, y te libera de
la espera, y te instala en este Presente que nunca pasa, que no tiene ni pasado
ni futuro, y que sin embargo, contiene todos los tiempos. Ahí está la
Felicidad. Porque ahora ningún tiempo puede ser separado y subdividido, ni
contado.
…Silencio…
Entonces, ¿qué más decirte? Es el momento del Silencio. Es el
momento de la Presencia. Es el momento de esto, lo que transmito ahora, en cada
Corazón.
…Silencio…
Y no olvides que en el “a solas” de este cara a cara último,
descubriéndote solo, sabes muy bien que todos nosotros estamos en tu interior,
al igual que estás en cada uno de nosotros, sea cual sea tu postura, que hayas
renacido o todavía no. No hay ninguna diferencia, no hay ninguna distancia,
porque así es la Evidencia de la Vida, porque así es la Evidencia del Amor,
porque así es la Evidencia de tu Corazón.
…Silencio…
Y ahí, juntos, sin ninguna distinción, dondequiera que estés,
pienses lo que pienses, y creas lo que creas, estoy contigo, en este a solas,
con el fin de que en definitiva me reconozca en ti, de la misma manera que te
reconoces en mí, porque entre nosotros, no hay ninguna diferencia, hay la misma
Felicidad, la misma Paz, y la misma Libertad.
…Silencio…
Soy Uriel, Ángel de la Presencia, Arcángel de la Reversión.
…Silencio…
Y me presento a cada uno de ti, en el Blanco inmaculado.
…Silencio…
Y tú el Amigo el Amado, entonces, en cuanto estés listo, los
Ángeles llaman a tu oído para decirte que has llegado, ahí desde donde nunca te
fuiste, ahí donde siempre, todo estuvo ahí.
…Silencio…
Ahí donde el Amor, la Felicidad, la Evidencia de la Verdad, no
puede dejar el menor intersticio de interrogación o de cuestionamiento.
…Silencio…
Entonces he venido a invitarte a ser tú mismo, más allá de toda
máscara, como más allá de todo simulacro.
…Silencio…
Ahí donde no hay ninguna sombra, ahí donde todo tiene el mismo
destello, la misma claridad, y la misma Evidencia, donde ninguna forma es
superior a otra, donde ningún mundo puede imponer nada, a ninguna conciencia.
…Silencio…
Así, por las últimas palabras de los Arcángeles, de los que soy hoy
el portavoz, he venido a invitarte al Silencio, con el fin de que puedas
escuchar y oír lo que te dice la Felicidad de tu Corazón, aunque sé que las
palabras de esta Felicidad no son importantes, porque sólo la Felicidad lo es.
Sin embargo así estás disponible a tu propia Eternidad, poniendo
fin a la vanidad por algún objetivo perseguido en este mundo, porque ya no hay
tiempo de componer, ya no hay tiempo de estar entre el efímero y el Eterno.
Simplemente es el momento de reconocerlos a los dos, en ti. Y ahí, dejar la
Inteligencia de la Luz desvelarte tus elecciones, aunque hasta ahora no fueron
conscientes.
Entonces, te invito, y te bendigo, en este momento, como en cada
instante a partir de ahora, en lo más profundo de tu Corazón, ahí donde el
Fuego Ígneo y la Verdad se conjugan, para que la Felicidad y la Paz lo llenen
todo.
…Silencio…
Soy Uriel, Ángel de la Presencia y Arcángel de la Reversión.
…Silencio…
Y en el Verbo de mi Silencio, como en el Blanco de mi Unidad, te
reencuentras, ahí donde todo está completo.
…Silencio…
Entonces el Amigo y el Amado, ¿a qué esperas? ¿Qué anhelas que ya
no esté ahí, en la Felicidad de tu Corazón?
…Silencio…
Porque es en esta Felicidad de este Corazón que eres y vives,
porque la ilusión ya no puede arrastrarte ni encadenarte al mundo de la
ilusión, ahí donde no hay nada más que hacer que esperar y creer evolucionar,
ahí donde todo sólo es sufrimiento, incluso en las apariencias más alegres
porque la Felicidad que vives, tú que ha renacido o que va a renacer, no puede
ser comparada ni medida, con lo que ya conoces.
…Silencio…
Al igual que ningún amor de este mundo - y vivido en este mundo -
puede alcanzar, porque el Amor del que hablo, porque el Amor que vives, a
través de esta Felicidad y de esta Paz, no tiene ningún punto de comparación
con el amor del hombre, en la relación que sea.
Entonces tú que ha renacido o va a renacer hoy, estate listo,
porque todo está listo. No hay más distancia. No hay más latencia. Digas lo que
digas y pienses lo que pienses, es hoy que estás más listo, porque no hay ni
mañana ni pasado, y ningún peso del pasado puede estorbar lo que eres.
…Silencio…
Entonces te llevo, con mis últimas palabras, la Paz de mi Corazón,
para que resuene con la Paz de tu corazón.
…Silencio…
Y ahí, las palabras de los Arcángeles ya no tienen razón de ser,
porque en ti está la respuesta. Y la respuesta es Felicidad ahora, no puede ser
otra cosa, porque no hay ningún guion que valga, no hay ningún fin ni ningún
objetivo, a lo lejos, que esperar, sino llegar por ti mismo, a la Evidencia de
tu Presencia. Estoy ahí, para toda la Eternidad, en lo que eres.
…Silencio…
Entonces en esta Felicidad y en esta Paz de tu Resurrección,
constatas - y constatarás con cada vez más facilidad - que sea cual sea la
densidad de tu cuerpo o la densidad de tu vida, no puede rivalizar con la
densidad del Amor, y la densidad de la Evidencia.
Digas lo que digas, hagas lo que hagas, no puedes con la Evidencia
que está ahí. Esta Evidencia te pide simplemente reconocerte, más allá de
cualquier travestismo, más allá de cualquier cuerpo, como de cualquier
historia.
…Silencio…
Soy Uriel, Ángel de la Presencia y Arcángel de la Reversión. Sea
cual sea el instante en que me oigas, me leas o pienses en mí, estoy ahí, en el
Blanco de mi Presencia, en el blanco de la Unidad, y en el Amor, y en la
Verdad, y me digo, te digo, yo también: « Hasta siempre, en la Eternidad
reencontrada ».
Así, la Voz de los Arcángeles se enciende en ti y calla al exterior,
porque lo sabes, es lo que te queda por vivir, en totalidad.
Todos nosotros estamos en ti, y somos tú.
…Silencio…
Y ahí, acabo con mis palabras, acabo con mi acción exterior en este
sistema solar, viniendo hasta lo más cerca de cada uno de ti, dando la
iluminación de mi Presencia a tu Resurrección.
…Silencio…
Soy Uriel, Ángel de la Presencia y Arcángel de la Reversión, y
saludo cada Corazón, con la misma intensidad, y con la misma felicidad.
…Silencio…
Hasta siempre, en lo que es.
…Silencio…
Hasta siempre, en la Eternidad que eres.
…Silencio…
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